Si a media noche, por la carretera que te conté, detrás de una gasolinera donde llené, te hacen un guiño unas bombillas azules, rojas y amarillas, pórtate bien y frena. Y si la Magdalena pide un trago, tú la invitas a cien que yo los pago.
Acércate a su puerta y llama si te mueres de sed, si ya no juegas a las damas ni con tu mujer. Sólo te pido que me escribas, contándome si sigue viva la virgen del pecado, la novia de la flor de la saliva, el sexo con amor de los casados.
Dueña de un corazón, tan cinco estrellas, que hasta el hijo de un Dios, una vez que la vio, se fue con ella. Y nunca le cobró... la Magdalena.
Si estás más solo que la luna, déjate convencer, brindando a mi salud, con una que yo me sé. Y cuando suban las bebidas, el doble de lo que te pida dale por sus favores, que en casa de María de Magdala, las malas compañías son las mejores.
Si llevas grasa en la guantera o un alma que perder, aparca junto a sus caderas de leche y miel. Entre dos curvas redentoras, la más prohibida de las frutas te espera hasta la aurora, la más señora de todas las putas, la más puta de todas las señoras.
Con ese corazón, tan cinco estrellas, que hasta el hijo de un Dios, una vez que la vio, se fue con ella. Y nunca le cobró... la Magdalena.
martes, 18 de diciembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Sabina?
Un caramelito para el/la niñ@!!!! ;)
Publicar un comentario