En la madrugada de una noche fría como la de hoy, vengo a declararme culpable del peor crimen posible. He matado a un pececito. La cosa ha sucedido como cuento:
Hará unos dos días me disponía a rehubicar a una rechonchita hembra guppy dentro de otra pecera algo más grande donde tengo una paridera, que no es más que una cajita de plástico con flotadores donde salvaguardar a los recién llegados de los canívales de sus padres. Así que cogí la red, pesqué tras cierto esfuerzo al animal, y para terminar volqué a la asustada premamá en su pequeño hogar temporal. Sequé un poquito la red, y a esperar. Dos días después, entre vivarachos alevines nacidos el día 30 de noviembre, flotaban en el fondo unas motas con algo parecido a una cola y con puntitos negros haciendo la función de ojos; ya tenía nuevos habitantes. Un día más y ya podía devolver a la hembra a su casa habitual.
La operación es simple. Abre las peceras, coge la red, estresa un rato al pez (con cuidado de no cazar por error a nigún mini-vástago) y dále rienda suelta. Acto seguido vuelve a secar la red y... ¡¡¡DEMONIOS!!! ¿¿¿Qué es ese pegote oscuro??? Coño, un guppy macho. Lo reviso un poco tirando a nada pues está reseco; pienso en hacerle un boca a boca pero desisto. A tomar por culo el pobre, parece que llego tarde. Esto de devolverle la vida a un cacho de mojama no se me da bien.
Estos bichitos son tan sexulmente voraces que no son capaces de sentir el peligro con tal de acosar a una dama. Él se metió en la red a ver si echaba un polvo, y al final ni polvo ni ná.
Moraleja 1: al menos mereció la pena el sacrificio; unos 15 alevines nuevos nadan ahora en la paridera.
Moraleja 2: ¡¡¡hay alguien en este mundo, aunque sea un pez más salido que el rabo de un cazo, que hace tonterías más grandes que yo!!!
Hará unos dos días me disponía a rehubicar a una rechonchita hembra guppy dentro de otra pecera algo más grande donde tengo una paridera, que no es más que una cajita de plástico con flotadores donde salvaguardar a los recién llegados de los canívales de sus padres. Así que cogí la red, pesqué tras cierto esfuerzo al animal, y para terminar volqué a la asustada premamá en su pequeño hogar temporal. Sequé un poquito la red, y a esperar. Dos días después, entre vivarachos alevines nacidos el día 30 de noviembre, flotaban en el fondo unas motas con algo parecido a una cola y con puntitos negros haciendo la función de ojos; ya tenía nuevos habitantes. Un día más y ya podía devolver a la hembra a su casa habitual.
La operación es simple. Abre las peceras, coge la red, estresa un rato al pez (con cuidado de no cazar por error a nigún mini-vástago) y dále rienda suelta. Acto seguido vuelve a secar la red y... ¡¡¡DEMONIOS!!! ¿¿¿Qué es ese pegote oscuro??? Coño, un guppy macho. Lo reviso un poco tirando a nada pues está reseco; pienso en hacerle un boca a boca pero desisto. A tomar por culo el pobre, parece que llego tarde. Esto de devolverle la vida a un cacho de mojama no se me da bien.
Estos bichitos son tan sexulmente voraces que no son capaces de sentir el peligro con tal de acosar a una dama. Él se metió en la red a ver si echaba un polvo, y al final ni polvo ni ná.
Moraleja 1: al menos mereció la pena el sacrificio; unos 15 alevines nuevos nadan ahora en la paridera.
Moraleja 2: ¡¡¡hay alguien en este mundo, aunque sea un pez más salido que el rabo de un cazo, que hace tonterías más grandes que yo!!!
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